Niños altamente sensibles

Los niños altamente sensibles viven las emociones de una forma especialmente intensa. No creo que, siendo adultos, la forma de sentir sea distinta, sino que aprendemos a expresarlo (cuando lo aprendemos) de una forma socialmente más aceptada.

Con los niños podemos hacer muchísimas cosas para enseñarles a gestionar de una forma adecuada el cómo viven y sienten, con su alta sensibilidad. Si conocemos de forma adecuada esta categoría, esta forma de personalidad, este continuo en el que nos situamos en el punto alto, nos resultará más fácil entender ciertas situaciones del día a día con nuestros locos bajitos.

Asumir la responsabilidad de educar

En mi opinión, la infancia de cualquier persona determina cómo será su vida en el futuro. No me refiero estricta y exclusivamente a nivel de conducta, sino en todos los niveles. Cómo educamos, lo que decimos y lo que no, las conductas que nos imitan sin siquiera ser conscientes, todo aquello con lo que van llenando sus pequeñas mochilas marcará su ruta.

¡Menuda responsabilidad!

Sin volverse locos, cabe tener en cuenta que un niño o niña con alta sensibilidad necesita aprender con más «urgencia» que el resto (¡todos lo necesitan!) qué son las emociones, por qué sienten lo que sienten, a poner nombre concreto a eso que les aprieta el pecho o a lo que les hace llorar (sea tristeza, rabia, impotencia, nostalgia, alegría o ilusión…).

Verbalizar lo que sentimos

De esta forma, poner nombre a lo que sentimos y aprender a trasladarlo en palabras es una de las cosas más prácticas y más útiles que podemos hacer con nuestros hijos o alumnos, sean PAS o no. Podría sorprendernos que esta «tontería» sea tan potente con ellos pero no lo es tanto si pensamos en nosotros mismos: un mal día en el trabajo, agobio de por todos lados, todo sale mal, te peleas con tu mejor amigo… ¿Qué pasa si te lo quedas para ti y no lo cuentas a nadie? Seguramente sólo leyendo esto ya estás teniendo esa sensación de ardor de estómago (somatización). Por otro lado, ¿qué pasa si eres capaz de decirle a tu amigo lo que te sucede, compartes con tu familia el penoso día de trabajo, y «sacas fuera» todo eso? Alivio total, ¿verdad? ¡Es tan sencillo!

Y enseñarlo…

Los niños necesitan aprenderlo para saber hacerlo y, para ello, necesitan que les enseñemos: ¿qué estás sintiendo ahora?, ¿hay algo que puedas hacer para que se te pase?, ¿hay algo que yo pueda hacer?, ¿Crees que puede ayudar un abrazo?… hay mil preguntas para guiarles a descubrirlo, hasta que sean ellos solos capaces de hacerlo.

Te invito, como siempre, a probar… ¡a ver qué pasa!

En los casos de los niños con alta sensibilidad, si no pueden verbalizar lo que sienten llegan a un punto donde no entienden nada sobre lo que les sucede: sienten una y mil cosas y no son capaces de distinguirlas, ni etiquetarlas y ¡mucho menos hacer algo con ellas!

Insisto, PAS o no, ¡funciona!

¡Contadme! 😉

Magdalena