He tejido una corona de flores con mis manos. Cada flor representa el paso adelante que di en esta decisión de quererme y cuidarme. He tejido una flor por cada logro, por cada vez que conseguí mimarme en lugar de castigarme.
He tejido un manto de estrellas con tu luz. No siempre te das cuenta pero desprendes una luz eterna con la que he podido tejer, astro a astro, esta corona galáctica. ¡Qué maravilla, tu luz, si pudieras verte!
He tejido un lazo de oportunidades con las que seguir adelante, donde cada una representa un momento de aprendizaje y se van sumando, con colores, a todo aquello que pensaba que sabía, pero no, a lo que pensaba que había conocido, pero no.
He tejido un lugar propio donde encontrarme, mi espacio personal en el que evadirme, mi centro. Lo he decorado de emociones y cosas bonitas, que voy cambiando según mi estado de ánimo, improvisando, sin más presión.
He aprendido a tejer con los dedos rotos, aún cuando no tenía ni ganas de fuerzas pero esto me sostenía de pie. Me he roto en mis tejidos y me he recompuesto. Despacio… En realidad las prisas siempre están en nuestra cabeza.
Sigo tejiendo… Este camino no termina nunca. Se trata de disfrutar el proceso, de respirar mientras enhebras los hilos, de abrir bien los ojos con cada puntada, de sentir los tirones y el orgullo que genera seguir tejiendo.
¿Y tú? ¿Cuándo aprendiste a tejer?
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