Trabajando mi sombra

Me gusta este concepto de «sombra», tal y como lo exponía Jung o, al menos, como yo lo he entendido. La parte inconsciente de nuestra personalidad, formada por todas aquellas estructuras, conductas, emociones que hemos ido reprimiendo y aprendiendo como socialmente incorrectas… la parte de nosotros, «oscura», que no queremos mostrar al mundo… Pongo oscura entre comillas porque así lo hemos etiquetado nosotros (esto es bueno, esto es malo): la ira, la rabia, la pena y tristeza, la culpa, la envidia, etc. todos ellos son malos… ¿seguro?

Mis motivos…

Decía Jung que «nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su propia oscuridad» y me parece una frase de lo más acertada. En primer lugar porque me he pasado media vida huyendo de ella, sin saber que era imposible escapar: porque es parte de mí, porque no es negativa si le damos luz y la hacemos consciente. En segundo lugar porque uno de los bagajes familiares que transporto es el de nunca enseñar lo negativo de uno (siempre ser buenitos sin molestar), lo cual ha dificultado aún más que pudiera quererme con mis blancos y mis negros. Y en tercer lugar porque ahora, de bien mayor, de forma autodidacta creo que puedo empezar a observarme y aceptarme. Y esto me está trayendo mucha paz.

Ego y sombra

Me perdonaréis los expertos en egos y sombras pero para mí son términos muy parecidos. Y mi sombra es, sin duda, mi ego o parte de él. Para mí, que soy muy visual, el ego es ese personaje que construimos de nosotros mismos cuando nos están «educando». El siguiente paso será revisar si esa educación que damos nos está llevando a donde realmente queremos. A través de mi ego surge mi necesidad de exigirme hacerlo todo siempre bien, me comparo con los demás, me culpo, me castigo… Quizá veo a la sombra como algo mucho más global, que abarca más aspectos, además del ego.

El ego no se elimina, ni falta que nos hace, pero al hacerlo consciente se puede trabajar. Cuando yo me doy cuenta de que no me permito a mi misma equivocarme y de cuánto me castigo interiormente por ello, puedo modificarlo. Cuando yo me doy cuenta de que me quiero a través de lo que me quieren los demás, puedo empezar a cambiarlo. Aquí no hay fórmulas mágicas y rápidas, lo siento… el truco es la paciencia y ponerle mucho amor.

Lo mejor de todo es que cuando te das cuenta de que estás trabajando tu ego, necesitas estar más consciente que nunca porque puede ser que sea tu propio ego el que te está haciendo creer eso. ¡Rizar el rizo, sin duda!

Nuestro objetivo

No se trata de aprender a ser mejores, porque no hay bueno ni malo, ni mejor ni peor, sino de conocernos, ser conscientes de nuestras luces y nuestras sombras, para vivir nuestras vidas de forma más feliz y plena, para tener más paz.

Os invito a probaros a vosotros mismos, a ir descubriendo vuestras propias máscaras y personajes, verlos en cada escena de vuestras vidas. De momento, basta con contemplarlo, para que la careta vaya cayendo.