Ya estoy por aquí otra vez para dejaros tres consejillos de espiritualidad práctica para trabajar la confusión.
Vivimos en una sociedad en la que se ensalza la certeza y se condena la confusión. Pasa lo mismo con el error. Ambos tienen muy mala fama… Pero, ¿qué quieres que te diga? Que a mi estar confundido me parece muy humano y muy saludable…
Además debemos tener en cuenta que si tenemos una mayor sensibilidad estaremos percibiendo una mayor cantidad de estímulos e información por lo que es relativamente sencillo llegar a este estade de confusión.
Desde esta perspectiva, allá vamos con la práctica:
– Si tu corazón se siente confuso necesitas parar. Parar aquí y ahora y dedicarte un tiempo para ti. Lo ideal sería que pudieras meditar porque aportaría paz a la niebla que genera la confusión en el corazón. Cierra los ojos y trae una luz blanca a la altura del corazón. Trata de cogerla con las manos y llévala hasta ti. Inúndate con amor y pide paz y claridad. Te será dada.
– Si la que está confusa es la mente y es respecto a una situación concreta, es decir, si tienes muchas dudas sobre qué hacer o qué no, tira de la lista de pros y contras. Que sí, que es un clásico y funciona. SIN EMBARGO, si arrastras esta confusión desde hace tiempo, ya da igual si tomas una opción o la otra pero llega un momento en que tienes que decidirte. Hagas lo que hagas, ya dará igual porque al hacerlo sentirás un inmenso alivio de haber tomado la decisión. Actúa y después reevalúa.
– Replantea la confusión como una oportunidad para saber más sobre ti. ¿Qué te está enseñando la confusión en este momento más allá de lo evidente a simple vista? Quizá aparecen resistencias, hay cambios que sabemos pero nos negamos a ver… Dale la vuelta y extrae el aprendizaje.
Gracias, gracias, gracias
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