La mayor parte de las veces no somos conscientes de cómo nos hablamos a nosotros mismos y las cosas que nos decimos. Si pudiéramos ponerlas en palabras exactas y con una voz externa estoy completamente segura de que nos escandalizaríamos.
¿Cómo aprendimos a hablarnos así? A lo largo de nuestra infancia se empieza a crear este autodiálogo que nos suele permitir seguir instrucciones y guiarnos a nosotros mismos en muchos procesos. Por eso a veces nos hablamos en voz alta.
El problema llega cuando se convierte en nuestro peor enemigo y resulta que nos machacamos sin medida ni consciencia y nos hacemos polvo.
Para un segundo.
Lo primero es tomar consciencia de cómo es este diálogo interno y, para ello, puedes intentar recuperar un momento de esta semana en que hayas sentido alguna emoción negativa. ¿Qué te estabas diciendo? ¿Cuáles eran los pensamientos exactos? Quizás algo como:
`¿Lo ves? Ya la has vuelto a cagar. Si es que eres un desastre. No se puede confiar en ti. ¿Y ahora qué? Esto ya no tiene solución. Todo es una mierda, si la vas cagando así todo el rato nadie te va a querer’…
(a modo de ejemplo)
Para identificarlo también es útil usar registros de pensamientos y conducta que encontrarás en internet. En cualquier caso, es necesario que te descubras hablándote y veas de qué forma te estás dirigiendo a la persona más importante, que eres tú.
Corregirlo se produce de manera progresiva, incorporando un lenguaje mucho más amoroso y autocompasivo que acabará convirtiéndose en nuestra voz interior con mucha práctica.
¿Te animas a investigar? ¿Cómo te hablas a ti misma?
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