Ese mal tan común hoy en día, junto a la ansiedad. Esa herida que presentamos, que no tenemos claro todavía cómo afrontar, eso que sentimos explotar en el pecho cuando creemos que no podemos más.
El estrés se produce cuando sentimos que las exigencias de la situación o del entorno superan nuestros recursos personales. En un primer momento, la reacción natural será dar el 200% con el objetivo de llegar. Si la situación es puntual, este estrés incluso nos ayudará y mejorará nuestro rendimiento (una entrega puntual, un examen concreto…). Si este estrés es sostenido en el tiempo y/o nos sobrepasa en intensidad, supondrá un descenso de nuestro rendimiento y puede llegar a generarnos problemas (más o menos) serios.
No tomemos el estrés a broma porque si no se le hace caso, si no se atiende a la sensación y se toman medidas para regularlo, podemos llegar a enfermar por este motivo.
El estrés laboral muy sostenido en el tiempo puede llegar a generar burnout (entre otros) que es la sensación de estar quemados.
No olvides que el estrés puede ser más perjudicial cuanto más sensibles seamos.
¿Qué podemos hacer?
– Atención a lo que sentimos. Mucha conciencia a las señales e indicadores y a nuestras emociones y pensamientos. La prevención es lo más importante.
– Poner límites saludables y sensatos, realistas.
– Parar cuando no queda más remedio.
– Recargarse con los momentos ‘que sí’.
– Pedir ayuda si lo necesitamos.
¿Cómo gestionas el estrés?
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