La inteligencia emocional se aprende

Fuente de información

¿Sabes la inmensa cantidad de información que recibimos a través de nuestras emociones? La mayor parte del tiempo no somos conscientes de todo lo que nos están diciendo que sucede a nuestro alrededor: hacemos caso por inercia, o bien, ignoramos por aprendizaje pero son una fuente muy fidedigna de qué pasa, cómo y por qué.

Las emociones, como ya sabes, son señales que percibimos físicamente y que van acompañadas por pensamientos y conductas, motivo por el cual es difícil distinguir unas de otras.

Siendo emocionalmente inteligentes

Una persona emocionalmente inteligente es aquella que es capaz de reconocer sus emociones, comprenderlas, etiquetarlas, expresarlas y regularlas de una forma adecuada en función del momento y la situación. Como en todas las cosas, podríamos dibujar la inteligencia emocional en un continuo en el que nos situaríamos como muy poco habilidosos o muy habilidosos y, ¡buenas noticias!, se puede aprender. No, ya no hay excusas que valgan.

Hoy leía lo necesario que es empezar a enseñar educación emocional a nuestros hijos/as y alumnos/as y me daba cuenta, una vez más, del cambio que va a suponer para ellos haber aprendido a escuchar sus emociones, entenderse un poco más y regularlas de forma sana. En nuestro cole ya nos hemos puesto las pilas hace años y hablar sobre emociones está a la orden del día.

Se aprende…

A nosotros nadie nos enseñó ni nos habló nunca sobre lo importante que era lo que sentíamos y por eso, a veces, nos cuesta tanto (tantísimo) reconocer que estamos sintiendo algo, encontrar un nombre adecuado que ponerle y hallar la forma más acertada para canalizar esa sensación. Es más fácil cerrarse en uno mismo o echar balones fuera y culpar al de enfrente. Pero, insisto, ya no hay excusa. La inteligencia emocional se puede aprender de la misma forma que aprendemos idiomas, cocina o bailes de salón: con formación y cierto grado de esfuerzo personal, con la diferencia de que las emociones van siempre contigo y determinan cómo te relacionas contigo mismo y con los demás.

Consciencia, por favor…

Un primer consejo para ir abriendo boca: HAZTE CONSCIENTE. Escucha tu cuerpo, tus pensamientos y tus sensaciones en tu día a día. Deja de poner el foco fuera y enfócate dentro. Ahora mismo, para y escucha qué sucede. En el momento en que sientas que algo cambia, que estabas de buen humor y ya no, analiza qué ha sucedido. A partir de ahí, se empieza a trabajar.

Sólo tú eres responsable de lo que sientes.

Mañanas conscientes

Si quieres aprender un poco más sobre qué son las emociones y cómo pueden ayudarte a ser más feliz, mi amiga y colega Cati Fiol y yo estamos organizando unos talleres que no te puedes perder. Pregúntanos sobre nuestras mañanas conscientes y ¡te contamos más!

¡Que seas muy feliz!

Magdalena

 

La imagen es de Nikola Jovanovic